Corren tiempos de setas: de metérselas entre pecho y espalda como ese manjar de dioses aquí en la tierra. Te decimos dónde puedes comerlas hasta de postre.

Puede que a estas alturas muchos ya se hayan internado en el bosque y hayan llenado sus cestas de robellones, gibelurdiñas (setas de cura), boletus (edulis y otros) o perrechicos. Y puede que otros apenas hayan vislumbrado los hongos bajo los árboles. Para que no te quedes a verlas venir (o para que engordes aún más tu experiencia setera), te decimos dónde puedes sentarte a comerlas hasta de postre. Son tiempos de setas: de metérselas entre pecho y espalda como un manjar de dioses aquí en la tierra. Porque micófagos, al final, somos todos.

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